Ninguno de los dos se hubiera sentido bien al pensar que la relación no tenía salidas, la casa abierta, era la garantía de una vida libre y sin cadenas, la posibilidad de huida siempre presente.
El miedo al compromiso era un signo de los tiempos, y todo el mundo sabe que un gato tiene que ir por su cuenta a visitar las azoteas vecinas. Si vuelve....es por que quiere hacerlo, ahi está el valor.
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