se sentía limpia, lavada como un bebé, el tacto del agua en su mano, fría. Extrañada de la felicidad insólita de aquella tarde, apenas si podía pensar claramente más que en su propio sentimiento. Pocas veces en la vida, y sin esperarlo somos uno con nosotros mismos, se juntan nuestras mitades dispersas por todas nuestras tareas, ocupadas en un sinfin de estupideces necesarias, y cada una de las imagenes que proyectamos cada dia, que como lonchas de jamon york rebanan nuestro yo, para trabajar, limpiar la casa, escuchar a los otros, y tantas faenas insulsas, y de repente, nos replegamos, y somos felices de estar enteros, limpios, y espectantes. En ese segundo de felicidad completa, aprovecho para mirarte, quizás tu, tambien estes en este momento entera, y limpia.
